Estábamos mi coworker y yo en una sesión de Cabildo, esperando oír el discurso de nuestro jefe, arquitecto de profesión, pero con algún puesto político en turno; de pronto, se sienta a mi lado ni más ni menos que Elba Esther Gordillo, quien me amenaza con delatar a nivel nacional a mi jefe sobre un fraude supuestamente cometido. Le suplico a Elba Esther con confianza plena que no lo haga, pero riéndose sube los escalones al pódium dispuesta a gritar a los cuatro vientos el nombre de mi jefe y el delito en cuestión. Mi coworker y yo, comiéndonos las uñas de los nervios, nos resignamos a vivir una vergüenza pública frente a todo el país; mi jefe, viéndonos con los ojos saltados al oír el delito en el micrófono, se sorprende al ver que Elba Esther se equivoca de nombre, queriéndose retractar, sin recibir nada más que carcajadas de los espectadores, y yo no hago más que reírme de ella feliz de su derrota…
domingo, 8 de marzo de 2009
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